Me hallo aquí dormido
Entre fragancias que el viento mese,
Que a veces temo que cese,
Y que me dejó sin oído.
A quien más quiere escuchar,
A quien más quiere recordar sus nombres,
A quien busca desentrañar hombres,
Para a su alma escuchar.
Me hallo aquí donde se ensombrecen,
Entre tiernas cortinas las luces empalidecen,
Donde a la suave luz su tono enternece,
Obligando a que mis ojos cierren.
A quien más quiere ver,
A quien busca tras el horizonte mirar,
A quien sube la cuesta sin vacilar,
Para apreciar todo el atardecer.
Me quedo allí completamente sumido,
Entre fragancias y cortinas movidas por el viento,
Pero con el alma y el cuerpo siempre atento,
A la vida y sus tiempos idos.
sábado, 28 de noviembre de 2009
martes, 24 de noviembre de 2009
Mi aventura diaria
Un abismo separaba a dos multitudes de gente, pero en eso, carruajes metálicos llegaron abriendo sus puertas, introduciendo a otros cientos junto a mí a la enviciada jaula. Escapé solo para descender más abajo por pasadizos que eludían el sol, cuando cansado de descender miré que esperaba un nuevo carruaje. Este se llenó rápido, muchos escapaban como a muchos otros apresaba, y cuando finalmente me escabullí antes del estrellar de las puertas estaciones después, no dude en subir buscando el cielo arrebatado. Cuando por fin logre verlo, respire profundo. –Ahora a la bestia con ruedas-
P.D: me disculpo por subir el anterior poema, aun le quiero hacer unas revisiones, a los que lo leyeron favor entender.
P.D: me disculpo por subir el anterior poema, aun le quiero hacer unas revisiones, a los que lo leyeron favor entender.
martes, 17 de noviembre de 2009
Agotado
En días grises donde ya mis metas,
Son largas rutinas para mi mente,
Solo suspiros e ideas dementes,
La vida está sola y a pasos muerta.
La mente ahora es podrida nebulosa,
Y mi cuerpo cadáver que a ritmo respira,
Más con movimientos pero sin vida,
Sepultada lentamente esta noche tormentosa.
Y las alas ahora desplumadas,
Que en el pasado lejos me llevaban,
De frente al viento que álgido cantaba,
Ahora sangran siendo al piso clavadas.
Despierto entonces de mis lúgubres pesadillas,
A una realidad que sonríe acompañada,
Más solo por la soledad cortejada,
Que al cuello atado lleva dos campanillas.
Cual tortura más me olvida el frío,
Que tras los días al calor burla,
No es mi cuerpo, abstracción burda,
Sino mi espíritu pálido ahora atavío.
Y de esta forma mi cuerpo tiembla,
Camina junto al barranco en solitario,
Más no salta, mas no cae del calvario,
Ya no es miedo, ni a él se resembla.
No es apatía por que ahora siento,
Mas tampoco la ira, pues escucho al viento,
Quizás sea que solo cansado me encuentro,
Quizás son demasiadas las cosas en las que ahora pienso.
Son largas rutinas para mi mente,
Solo suspiros e ideas dementes,
La vida está sola y a pasos muerta.
La mente ahora es podrida nebulosa,
Y mi cuerpo cadáver que a ritmo respira,
Más con movimientos pero sin vida,
Sepultada lentamente esta noche tormentosa.
Y las alas ahora desplumadas,
Que en el pasado lejos me llevaban,
De frente al viento que álgido cantaba,
Ahora sangran siendo al piso clavadas.
Despierto entonces de mis lúgubres pesadillas,
A una realidad que sonríe acompañada,
Más solo por la soledad cortejada,
Que al cuello atado lleva dos campanillas.
Cual tortura más me olvida el frío,
Que tras los días al calor burla,
No es mi cuerpo, abstracción burda,
Sino mi espíritu pálido ahora atavío.
Y de esta forma mi cuerpo tiembla,
Camina junto al barranco en solitario,
Más no salta, mas no cae del calvario,
Ya no es miedo, ni a él se resembla.
No es apatía por que ahora siento,
Mas tampoco la ira, pues escucho al viento,
Quizás sea que solo cansado me encuentro,
Quizás son demasiadas las cosas en las que ahora pienso.
En un vagón
Un pequeño cachorro, cuidadosa, temerosamente, se acurruca en el rincón de un frío vagón. Poco a poco las ventanas se hacían incapaces de reflejar la realidad fuera de ellas y los alientos apáticos de las personas viciaban el aire. Ya por esas horas de la mañana, el espacio reducido provocaba continuos empujones, que para la pequeña criatura, en su reducida esquina, eran dulces caricias, únicas caricias. Todo acaba cuando un guardia entra al vagón y le dice: -vete niño, este no es sitio para la gente pobre-
lunes, 16 de noviembre de 2009
En moto bajo la lluvia
La calle se sumía en silencio mientras salía bajo una lluvia que en sus gotas traía prejuicios, traía dudas. De mitad de cuadra monte a mi corcel metálico, rebelde como siempre negaba partir, el frio le partía el alma, y yo, compartiendo su dolor, estaba presionado por el devastador tiempo. Poco a poco cedió a mi insistente apuro y a marcha lenta llegamos a la esquina de mi calle. Sin más que doblar el mundo frenético nos atrapo, bestias montadas por hombres de expresiones largas, apáticas, y grandes orugas vestidas de blanco devoraban a la gente inocente que esperaba mirando al horizonte de cemento. ¡Muévanse!, ¡llegaré tarde! Y bocinazos varios invadieron mis oídos y opacaban el relinchar de mi corcel, sin embargo esto no redujo nuestra astucia e intrépidamente sorteamos entre ellos avanzando con premura, y tras media hora de luchar, tras un largo semáforo lejano de donde partimos, arrancamos a gran velocidad dejando atrás a la masa gris que sorteamos para apreciar el silencio que rebosaba al llegar a mi destino. Un barrio residencial. Un calle solitaria que me trae recuerdos de la mía, la casa de mi amigo al otro lado de Santiago. Empapado baje de mi corcel, una última mirada y lo abandone en el establo tras el edificio al que ingresamos. Toque la puerta y pregunte al portero: ¿Estará mi amigo? Y él respondió: No, salió hace un momento.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Concluyo de la verdad
Para todo cual caminante,
Cual hambriento vaga errante,
A este mundo peor cuanto antes,
Los sentimientos y la verdad jamás serán amantes.
Porque no es el piso cual te entierra,
Porque no es la brisa cual te hiela,
Porque no es el tiempo cual te destierra,
Porque no son tus ojos cuales niegan.
Porque no son por tus brazos que se entumecen,
Porque no son por tus labios que se enmudecen,
Porque no son por tus piernas que se detienen,
Si no es la realidad que simplemente no entiende.
Es la realidad a la cual nadie quiere,
Es ella por lo que los sentimientos mueren,
Porque es la verdad a la que todos temen,
Y a la soledad que junto con ella viene.
Pero concluyo feliz hacia la vida,
A la cual el miedo había sido mi salida,
Pues si es cobardía mas no ella en sí misma,
Puedo levantarme a buscar la libertad de por vida.
Cual hambriento vaga errante,
A este mundo peor cuanto antes,
Los sentimientos y la verdad jamás serán amantes.
Porque no es el piso cual te entierra,
Porque no es la brisa cual te hiela,
Porque no es el tiempo cual te destierra,
Porque no son tus ojos cuales niegan.
Porque no son por tus brazos que se entumecen,
Porque no son por tus labios que se enmudecen,
Porque no son por tus piernas que se detienen,
Si no es la realidad que simplemente no entiende.
Es la realidad a la cual nadie quiere,
Es ella por lo que los sentimientos mueren,
Porque es la verdad a la que todos temen,
Y a la soledad que junto con ella viene.
Pero concluyo feliz hacia la vida,
A la cual el miedo había sido mi salida,
Pues si es cobardía mas no ella en sí misma,
Puedo levantarme a buscar la libertad de por vida.
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Camino de espinas
Durante esta intensa agonía,
Cual ardiente brote de espinas,
Dentro del rosal cual sendero,
Al caminar buscando lo verdadero.
Esperando agitado a la inclemente muerte,
Mientras escribo para no perderme,
Porque tragadas son mis huellas de sangre,
Por la tierra que se alimenta con hambre.
Y de tanto andar que esas flores rojas,
Impregnadas del rojo sudor aquellas las rosas,
Ya no inspiran su sublime belleza,
Sino solo agonía y tristezas.
Agonía de cada grito por cada paso,
Tristeza de cada lágrima ante el eterno ocaso,
Melancólicas de saber que lo que están mirando,
No es más que mentiras que nos van encadenando.
Pero aun que por pánico los ojos cerrados,
Y que los pies como tortura a cada paso rasgados,
Es caminar solo para dejar un testimonio,
Es dejar bien parada nuestra dignidad, antes de ser devorado por demonios.
Cual ardiente brote de espinas,
Dentro del rosal cual sendero,
Al caminar buscando lo verdadero.
Esperando agitado a la inclemente muerte,
Mientras escribo para no perderme,
Porque tragadas son mis huellas de sangre,
Por la tierra que se alimenta con hambre.
Y de tanto andar que esas flores rojas,
Impregnadas del rojo sudor aquellas las rosas,
Ya no inspiran su sublime belleza,
Sino solo agonía y tristezas.
Agonía de cada grito por cada paso,
Tristeza de cada lágrima ante el eterno ocaso,
Melancólicas de saber que lo que están mirando,
No es más que mentiras que nos van encadenando.
Pero aun que por pánico los ojos cerrados,
Y que los pies como tortura a cada paso rasgados,
Es caminar solo para dejar un testimonio,
Es dejar bien parada nuestra dignidad, antes de ser devorado por demonios.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Esperando en el trabajo
Que hago cuando tu nombre no se esfuma,
Cuando no escapo de la luz en la penumbra,
Cuando las cosas son solo divagaciones,
Que buscan alejarte un instante del momento.
Que hago cuando las responsabilidades me aquejan,
Y a mis deseados sueños con tu marca, enrejan,
En la espera mirando un calendario sin marcas,
Y un reloj sin alarma mas solo palabras.
Palabras que me repito una detrás de otra,
Palabras que son promesas que el viento porta,
Así como las brisas se vuelven invisibles,
Así como las brisas se vuelven imprevisibles.
Ahora con un solo anhelo acariciando mi piel,
Una llamada tiempo atrás perdida,
Con una voluntad poco atrevida,
Que espera en un bullicio de labores.
Cuando no escapo de la luz en la penumbra,
Cuando las cosas son solo divagaciones,
Que buscan alejarte un instante del momento.
Que hago cuando las responsabilidades me aquejan,
Y a mis deseados sueños con tu marca, enrejan,
En la espera mirando un calendario sin marcas,
Y un reloj sin alarma mas solo palabras.
Palabras que me repito una detrás de otra,
Palabras que son promesas que el viento porta,
Así como las brisas se vuelven invisibles,
Así como las brisas se vuelven imprevisibles.
Ahora con un solo anhelo acariciando mi piel,
Una llamada tiempo atrás perdida,
Con una voluntad poco atrevida,
Que espera en un bullicio de labores.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Aúllo al silencio
El impertinente sonido de la ciudad
Con la cual mis oídos son remecidos,
Es a la paz y la calma quienes olvido,
Y es al cielo a lo que nunca miro.
Y no es sino con el gris quien conspiro,
Para acallar los gritos de esta sinfonía,
Para acallar al sol, la luna y compañía,
Para escuchar al tiempo y su melodía.
Pero no puedo siquiera alejar esta agonía,
Cual poco a poco me desoja y retuerce,
Me desorienta en un camino que se mece,
Y por sus lados los arboles resecos no crecen.
Ahora en solitario caminar me estremece,
El gris con quien confabulaba ahora es negro,
Escucho gritar al sol y la luna a quienes negó,
Y caminando, al sendero un sudor frio entrego.
Temblando miro con desconfianza al cielo,
Y mi boca abro cerrando mis ojos,
Un profundo sonido los acalla a todos,
Mi voz, un aullido que ante la soledad se vuelve poco.
Con la cual mis oídos son remecidos,
Es a la paz y la calma quienes olvido,
Y es al cielo a lo que nunca miro.
Y no es sino con el gris quien conspiro,
Para acallar los gritos de esta sinfonía,
Para acallar al sol, la luna y compañía,
Para escuchar al tiempo y su melodía.
Pero no puedo siquiera alejar esta agonía,
Cual poco a poco me desoja y retuerce,
Me desorienta en un camino que se mece,
Y por sus lados los arboles resecos no crecen.
Ahora en solitario caminar me estremece,
El gris con quien confabulaba ahora es negro,
Escucho gritar al sol y la luna a quienes negó,
Y caminando, al sendero un sudor frio entrego.
Temblando miro con desconfianza al cielo,
Y mi boca abro cerrando mis ojos,
Un profundo sonido los acalla a todos,
Mi voz, un aullido que ante la soledad se vuelve poco.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Un lobo en solitario
Pasos suaves
Sobre la tersa espesura de este bosque
Sumido en el más profundo silencio,
Sumido en las más profunda soledad.
La mirada atenta al cielo
Donde la luna reposa tranquila
Esperando a quien sigue sus pasos,
Esperando a quien cante su nombre.
Los oídos atentos
A aquellos susurros con que la brisa
Tímidamente frota el follaje,
Tímidamente acaricia mi rostro.
El cuerpo agotado
Cual trapo viejo, solo y olvidado
Llevando a cuestas el tiempo,
Llevando a cuestas mil secretos.
Un largo aullido entoné,
Del cual la melancolía y la desesperación colgaban,
En cada rincón este retumbaba,
Más nadie respondía por más que aullara.
Un largo aullido entoné,
Del cual el miedo y el dolor se alimentaban,
Mientras por esté bosque caminaban
A mi lado, mis ideales y mis esperanzas.
Sobre la tersa espesura de este bosque
Sumido en el más profundo silencio,
Sumido en las más profunda soledad.
La mirada atenta al cielo
Donde la luna reposa tranquila
Esperando a quien sigue sus pasos,
Esperando a quien cante su nombre.
Los oídos atentos
A aquellos susurros con que la brisa
Tímidamente frota el follaje,
Tímidamente acaricia mi rostro.
El cuerpo agotado
Cual trapo viejo, solo y olvidado
Llevando a cuestas el tiempo,
Llevando a cuestas mil secretos.
Un largo aullido entoné,
Del cual la melancolía y la desesperación colgaban,
En cada rincón este retumbaba,
Más nadie respondía por más que aullara.
Un largo aullido entoné,
Del cual el miedo y el dolor se alimentaban,
Mientras por esté bosque caminaban
A mi lado, mis ideales y mis esperanzas.
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