Sigo pensando una y otra vez
quien soy o que es lo que debo hacer,
sigo pensando sin siquiera querer.
A cada día, a cada segundo,
acercándonos muy temerosos
pues amenaza el fin del mundo,
y un futuro incierto y tenebroso.
Sigo pensando una y otra vez
quien soy o que es lo que debo hacer,
sigo pensando sin siquiera querer.
Vivimos así, mirando por las ventanas,
un cielo azul y nubes blancas,
a personas sentadas en bancas
sonriéndoles a una vida llena de canas.
Sigo pensando una y otra vez
quien soy o que es lo que debo hacer,
sigo pensando sin siquiera querer.
He ingenuo vuelvo a preguntar,
¿porque miedo debemos albergar?
¿porque es qué dudamos en avanzar,
si todo clama que va a acabar?
Sigo pensando una y otra vez
quien soy o que es lo que debo hacer,
sigo pensando sin siquiera querer.
Que al igual que el azul cielo tras la tormenta,
vemos optimistas tras las ventanas,
aún cuando muy adentro fermenta
el pánico que significa otra tormenta.
Seguía pensando una y otra vez
quien fui o si hice lo que debía,
seguía pensando aún cuando no quería,
seguía pensando lo mismo por última vez.
domingo, 31 de julio de 2011
martes, 19 de julio de 2011
En una ciudad
En una ciudad que poetas olvida.
En una ciudad que se mueve sin vida.
En una ciudad donde ya no hay salida.
En una ciudad que es apenas conocida.
En donde las imágenes solo son orillas
y las palabras solo son mentiras,
donde todas las personas son entre comillas
y de ellas los sentimientos retiras.
Es ésta la cual todos le llaman Santiago,
y respecto a la cual nada yo hago,
pues cuando desciendo bajo el cemento,
cabizbajos los veo en todo momento.
Y cuando vuelvo a salir a aquel aire frío,
no oigo en el montón al más fuerte latido,
pues a mi lado corre todo aquél gentío
acallado por de las bocinas el sonido.
Así pues, en vez de mirar fuera de esa ventana rota
a través del espeso humo del crecimiento
por sobre una agónica voz que se agota
en aquellos comerciantes del conocimiento.
Y prefiero escribir a un ingenuo lector
o quizás a alguien que quiera leer y aprender,
que dar un pie por el ideal de algún sector,
por ser uno mas de quienes nunca van a aprender.
En una ciudad donde al pasado se olvida.
En una ciudad donde vale más muerte que vida.
En una ciudad que de noticias es abatida.
En una ciudad que en verdad, jamas es conocida.
En una ciudad que se mueve sin vida.
En una ciudad donde ya no hay salida.
En una ciudad que es apenas conocida.
En donde las imágenes solo son orillas
y las palabras solo son mentiras,
donde todas las personas son entre comillas
y de ellas los sentimientos retiras.
Es ésta la cual todos le llaman Santiago,
y respecto a la cual nada yo hago,
pues cuando desciendo bajo el cemento,
cabizbajos los veo en todo momento.
Y cuando vuelvo a salir a aquel aire frío,
no oigo en el montón al más fuerte latido,
pues a mi lado corre todo aquél gentío
acallado por de las bocinas el sonido.
Así pues, en vez de mirar fuera de esa ventana rota
a través del espeso humo del crecimiento
por sobre una agónica voz que se agota
en aquellos comerciantes del conocimiento.
Y prefiero escribir a un ingenuo lector
o quizás a alguien que quiera leer y aprender,
que dar un pie por el ideal de algún sector,
por ser uno mas de quienes nunca van a aprender.
En una ciudad donde al pasado se olvida.
En una ciudad donde vale más muerte que vida.
En una ciudad que de noticias es abatida.
En una ciudad que en verdad, jamas es conocida.
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