jueves, 24 de septiembre de 2009

La tenacidad de la sangre

Cuan tenaz la sangre,
Que tras venas alejadas del sol,
Tras desgarrados músculos,
Corre incansable mientras el cuerpo palidece,
Se estremece,
Perece.

Tenaz como una bala perdida,
Cual cobra cual precio impagable,
Cual roba lágrimas y llantos desolados,
Acallado todo por la furia del combate,
Cual ira que late
En una noche de luna vestida color mate.

Tenaz como cual maldición
Con fecha de ejecución,
Llevada desde quien en su vientre,
Al niño entrega inocente,
Más no carente,
Del destino marcado en la frente.

Tenaz cual de negro viste siempre,
Impartiendo con su hoz, la muerte,
Ya sean mujeres, niños u hombres,
Separándolos hasta su próxima sentencia,
Dejando recuerdos entre inconsciencia,
Arrancando de su insignificante rival, la ciencia.

Tenaz como la inmortalidad en hojas de papel,
Cual ido aquel lienzo y tinta,
Embarcándose en un barco de memorias,
Un barco que ninguna tormenta puede con él,
Que tiene por capitán y timonel,
Un alma de incomparable nivel.

¿Cuán tenaz la sangre es?
Tenaz como la respuesta que daré,
Pues cuan tenaz aquello que es,
Pues el hombre en sí y su creación,
Tanto el término que hago mención,
No son más que quien las ha creado, o quien escribe esta narración.

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