domingo, 22 de agosto de 2010

Almas en la calle

Calles rebosante de veneno,
De personas que miramos en menos,
Miradas baja y sombras lánguidas,
Dan saludo a las nubes pálidas.

Así el día en su crepúsculo,
Cuando los sonidos no mueven músculos,
Y ya no vemos los tenues pasos,
Ni al sol melancólico del ocaso.

Pasan de esta forma tristes las horas,
Cuando ya no tienes aquello que atesoras,
Cuando dejamos de ser personas,
Y el lamento del alma solo entonas.

Y cual, si el cielo se vuelve demente
En ese instante que es de astros ausentes,
No se volviese loco un segundo,
Y pensase en caminar por el mundo.

Y así emprendiese miserable camino,
Entre almas llorando su destino,
Cabizbajo como aquellos durante el ocaso,
Afligido por penas indescriptibles por un trazo.

Y a pesar de que pienso ahora en esto,
Cuando me detenía a por esas hora en un lugar que detesto,
Vi pasar andando a alguien entre esas almas,
Llorando por dentro y sangrando por las palmas.

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