Porque existen palabras hermosas,
Que describen aquellas cosas,
Que nos unen a todos,
Que nos remecen cuando estamos solos.
Pero tan cruel es decirlo,
Que no hacemos más que omitirlo,
Y ocultamos aquello de otros,
Que nadie vea nuestros rostros.
Pero que ingratos somos,
Cuando leo grabados en tomos,
Discursos a los que alzan las manos,
Quienes después condenan mi relato.
Así a la solitaria palabra,
Que de injusta vida se labra,
Porque todos conocemos el dolor,
Quien no haya sentido odio diga yo.
Y cuanto más indago y pregunto,
Más siento que no puedo poner punto,
Pues a cada pregunta él se muestra,
Como si él mismo respondiera mi encuesta.
Y ante el efímero vacío de mi simple pregunta,
La planto en aquel de mente astuta,
De cual respuesta digna se alce,
Y me diga yo no odio, y respondo porque me place.
No hay comentarios:
Publicar un comentario