Porque muchas veces me levanto,
Y otras veces me siento y escribo,
Otras veces las palabras esgrimo,
Y me aburro de tanto en tanto.
Así cuanto el tedio es fuerte,
Cuando mi gloria fácil ha sido,
Cuando el futuro se ve simple y aburrido,
A veces pienso que caigo inerte.
Pero no es el cuerpo lo que muere,
Sino un alma sedienta de desafíos,
Que sin importarle armarse de enemigos,
Despoja de su trono a la muerte.
Y como un dios impío se alza,
Entre miles de ángeles de alas mansas,
Entre miles de ingenuos caminando de espaldas,
Entre miles de almas vacías de esperanzas.
Y como si fuera poco ella se levanta,
Mira con desprecio y un grito lanza,
Dice “muéranse basuras cascaras rascas”
“no soy como ustedes almas insanas”.
Pero se vuelve a sentar, aburrida,
Nadie responde a ninguna palabra,
Sin importar lo macabra,
Sin importa lo demoniaca sea su movida.
Así piensa que muchas veces se levanta,
Que muchas otras se sientan y escribe,
Que muchas otras palabras esgrime,
Y se aburre de morir sola condenada.
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