Una vez vagando por áridos parajes
Me vi ensimismado por temores
Cabizbajo ante un cielo imponente
Oscuro como ataúd por dentro
Cercenado por cadenas lentamente
Lúgubres y frías violaban mi cuerpo
Hundían y torturaban mi alma
Y la enterraban dentro de cavernas de olvido
Cuando solo flores secas anuncian su presencia
Y la vieja piedra carcomida por los años
Sacian su hambre los inmundos
Y la olvidé entre las telas de las arañas
Ahora adormilado bajo la luna y las estrellas
Camino por viejos senderos
Y perdido en una ciudad extraña
Me encuentro una colección de recuerdos
Cada uno bien profundo enterrado
Y en lo más alto de la colina
Una solitaria lápida susurraba mi nombre
Que me estremecía lentamente como carisias
Develando toda mi integridad
Esa olvidada tumba se alzaba frente a mi
Mi nombre tallado en piedra vi
Entre flores secas lloré a sus pies
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