Caminé por parajes ajenos de recuerdos,
Enigmáticos senderos se cruzaban unos con otros,
Perdiéndose en lejanos e inhóspitos lugares oscos,
Lúgubres para quien a ellos visita sin destino, con suerte cuerdo.
Como caminante de largos caminos,
Perdido en la densa espesura de algún bosque,
Donde las sombras nublan su mente, en mano un estoque,
Y en los ojos lagrimas de alguien ausente y perdido.
Como capitán cual brújula extraviada,
En los confines de un mundo de procedencia extraña,
Cobardemente escapa de los secretos que entraña,
Miedo a quien o que los resguarda.
Como cantante en garras de opresores,
Condenado a confesar mentiras de acordes,
Y melodías entonadas con el vaivén del orden,
Y dedos encadenados a cadenas de cobre.
Como poetas de público ausente,
Con rimas añejadas en papeles inaudibles,
Sentimientos que conspiran ya contra quien escribe,
Y personas que enmudecen ante palabras permanentes.
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