sábado, 15 de agosto de 2009

Tras el cristal llueve

Y afuera sigue lloviendo
Tras el cristal que me separa de la realidad,
Solo mis locos pensamientos podrán decir que es verdad,
Si aquello que imagino, o lo que estoy viendo.

Y empañados por el frio implacable,
Se nubla aquella barrera fantasmal,
Y estiro mi mano hacia aquel ideal,
Sentir a quien de afuera me mira inalcanzable.

Aquellas lagrimas de ángeles de vapor,
Con grises vestidos largos y hermosos,
Y de vez en cuando un grito tembloroso,
Que preludia una luz de estridente color.

¡Corran aquellos incautos de aquí!,
Ocúltense bajo cimientos y teman,
Que las agua tras el cristal queman,
Y borran las huellas del frenesí.

Dejen pasar todo aquello que ocurre fuera,
Que el llanto y la ira de los ángeles se irán,
Y las calles que ardieron cinco días con sus noches verán,
De nuevo en el cielo a la luna de luz austera.

Nada se puede hacer, olvida,
Los de afuera perecerán,
Y los que salen a entrar no volverán,
El agua hoy no es vida.

Guardo mi mano entonces,
Olvida el estúpido deseo de sentir,
Olvídate de la realidad y de vivir,
Solo llora, si quieres, junto a los ángeles,
Y deja a tu hermano afuera morir.

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