Santiago, ciudad de luces,
Bajo una noche cubierta de un manto de nubes,
Desde lo alto de un edificio,
Me dibujo.
Las emociones sentidas al rosar el viento,
Y al escuchar mis pensamientos como palabras,
En el profundo silencio de la ciudad,
Más bulliciosa del mundo.
Las impresiones recogidas por mis ojos,
Cual espejos son de las luces a lo lejos,
Y mis oídos que simplemente no escuchan,
Tanta palabrería que es ignorada.
Y mis acciones, simples y austeras,
Se reducen a mi fugaz muñeca y pluma,
Y mi rostro que simplemente expresa,
La complacencia de haber acabado.
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