viernes, 6 de noviembre de 2009

Aúllo al silencio

El impertinente sonido de la ciudad
Con la cual mis oídos son remecidos,
Es a la paz y la calma quienes olvido,
Y es al cielo a lo que nunca miro.

Y no es sino con el gris quien conspiro,
Para acallar los gritos de esta sinfonía,
Para acallar al sol, la luna y compañía,
Para escuchar al tiempo y su melodía.

Pero no puedo siquiera alejar esta agonía,
Cual poco a poco me desoja y retuerce,
Me desorienta en un camino que se mece,
Y por sus lados los arboles resecos no crecen.

Ahora en solitario caminar me estremece,
El gris con quien confabulaba ahora es negro,
Escucho gritar al sol y la luna a quienes negó,
Y caminando, al sendero un sudor frio entrego.

Temblando miro con desconfianza al cielo,
Y mi boca abro cerrando mis ojos,
Un profundo sonido los acalla a todos,
Mi voz, un aullido que ante la soledad se vuelve poco.

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