martes, 17 de noviembre de 2009

En un vagón

Un pequeño cachorro, cuidadosa, temerosamente, se acurruca en el rincón de un frío vagón. Poco a poco las ventanas se hacían incapaces de reflejar la realidad fuera de ellas y los alientos apáticos de las personas viciaban el aire. Ya por esas horas de la mañana, el espacio reducido provocaba continuos empujones, que para la pequeña criatura, en su reducida esquina, eran dulces caricias, únicas caricias. Todo acaba cuando un guardia entra al vagón y le dice: -vete niño, este no es sitio para la gente pobre-

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