sábado, 11 de julio de 2009

El piano

Cuando un piano solitario
Toca ausente de quien tras él,
Ya desgastado y olvidado,
Solía presionar sutilmente las añejadas teclas,
Del cual sonidos dulces
Se colaban entre las fisuras de los muros del alma,
Ya cansada de retenerlos.

Ahora sin pianista cual piano,
Toca sonidos sordos,
En una derrumbada habitación,
En una noche vísperas a llorar,
Sin público cual quiera escuchar.

Pero sin importarle toca sin cesar,
Incansable espíritu de tiernas melodías,
Mientras su sinfonía se vuelve un réquiem
Para aquellas cuerdas deseosas de vibrar,
Y se cortan sin culminar su sonido,
Cuales si fuesen deseos incapaces de la luz alcanzar.

Pero aun sin cuerdas el piano toca,
Ahora en el más melancólico silencio,
Mientras sus lágrimas derrama,
Mientras su cuerpo se pudre.

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