martes, 7 de julio de 2009

Un lobo y un cuervo

Sentado en la paz que la soledad otorga,
Miro al cielo desprovisto de preocupaciones,
Y de vez en cuando me incorporo al pasar del tiempo,
Y enfoco una mirada perdida en el horizonte.

Así desde lo alto de mi roca en medio del bosque,
Veo pasar entre espesos follajes,
A un lobo que solitario pasea,
Y que sus ojos brillan entre oscuras sombras.

Me mira y rodea inquieto, me inquieta,
Y sin asegurar su propia integridad se me acerca,
Y a mi lado mira a la luna,
Y aúlla en consonancia de mis austeros sentimientos.

Ahora en compañía, un ave pequeña revolotea,
Las sombras lo amparan y lo protegen,
Pero la luz de una luna llena lo delata,
Un cuervo se posa tiernamente en mi hombro.

Ambos animales que ahora compañía me hacen,
Desde el cielo y la tierra me traen remembranzas,
Los amplios cielos incapaces de contener,
Y la tierra amplia y estable que pisar.

Pero ambos traicionaron a aquellos que los habitan,
Las aves incapaces de volar eternamente surcan sus límites,
Y caen agotadas a morir al piso,
O a reparar en un hombre desvalido como él.

Pero ambos traicionan a aquellos que los habitan,
Los lobos abandonados de quienes amaron,
Vagan solitarios bajo lunas indiferentes,
Buscando en abandonadas almas agónicas compañías.

Así dormido entre un cuervo agotado
Y un lobo abandonado a su suerte,
Descanso mi espíritu inquieto,
Mi cuerpo sediento de paz.

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