sábado, 13 de junio de 2009

Cuando te has ido

Los segundos se fugaban
De las pesadas urnas de la vida,
Que reteniéndote se quebrajaban,
Los días anhelaban tu imagen ida

Y así se estrellan contra el suelo,
Urnas de sangre, urnas de lívido,
Derramándolo todo bajo mi profundo desconsuelo,
Todo lo que anhelaba, tu cuerpo ido.

Y la sangre llena de esperanza
Ahora es la sangre del olvido,
Que se seca en cada remembranza,
Dejando lo que anhelaba, tú nombre ido.

Y los fragmentos de las urnas quebradas,
Construidas con el alma perdida,
Ya nadie recoge, son olvidadas,
Abandonando lo que anhelaba, tu mirada ida.

Y el estante que ahora en el piso yace,
Para las valiosas urnas hecho a pedido,
Una profunda desconfianza hacia el nace,
Se perturba lo anhelado, tu rostro ido.

Y la habitación que de altar hacía
Con recuerdos que el tiempo ha podrido
Dejo cerrada la puerta noche y día
Dejando atrás anhelos, tú aroma ido.

Y el pasillo que a ti conducía
Que en sueños cantaban deambulando perdidos
Bajo la noche a coro, tu voz y la mía
El anhelo deja de guiarme, tus labios idos

Y las sombras perturbadoras a la casa caen
Casa del cuerpo, del alma rota y olvidos
En silencio, sufriendo las contraen
Ya siquiera tú, mi anhelo, mira, tus ojos idos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario